jueves, 7 de octubre de 2010

Amorres Violentos

Intento de olvidarme de él, es verdad.  De su intelecto radiante, de su sonrisa malevolentemente  seductora, de esos ojos claros que por fin fueron así después de haber renunciado un año de lentes. Antes me difundía en un mundo de su imaginación de la que me contaba, con simplemente verlos. Aunque la cornea fue lo colorido de la iris que me demostraba el mundo suyo al verlo, era la pupila que me transportaba a esos lugares que ambos pudiésemos escapar, con él como mi guía. Era como estar en sus brazos mientras el volaba hacia la infinidad que el horizonte no podía contener más que con apariencias.
Puras fantasías sin algún sentido más que alborearme fuera la verdad: solo éramos amigos. Yo siempre pensé que pudiésemos ser mas, algo que a comparación con esa misma verdad, no quería olvidar. El nunca me vio, pero por lo menos me hubiese dicho que estaba enamorado de otra, una que no era yo. Aunque no lo culpo por saber bien que no lo tomaría ligeramente, aunque esa chica no fuese la novia de su hermano mayor, me siento tan lastimada. Usada tal vez por haber seguido con esto por mi propia cuenta, pero no he intentado de llorar. Todos esos meses a su lado me han aislado mi instinto emocional, remplazándolo con algo igual a la testosterona que fingí para impresionarlo.
Por esto no quiero rendirme, ni siquiera lo quise aceptar. No hasta que decidí dejar la madurez para tener su atención, aunque significaría liquidar a cualquier obstáculo que se interponga en mi misión. Si el supiese, el nunca me perdonaría, pero mejor tomar un riesgo que dejarlo seguir ignorándome.

1 comentario:

  1. Muy bien, qué bueno que hizo el ejercicio. Me gustó la idea que fuera una chica.

    Sigamos adelante en el taller. Faltó la vez pasada y en verdad lo etrañamos mucho.

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